domingo, 1 de septiembre de 2013

Sigo sin creérmelo.

Supe de tí y me alegré mucho, pues al final el viernes me atreví a hablarte. Pero pasó la tarde y ya en la noche no sentía tu interés.

Esta noche nos hemos encontrado. Cuando mis amigas me dijeron que a lo lejos venías andando por detrás de mí, me puse muy nerviosa y no me volví para mirar. Cuando llegaste y te paraste, nos dijimos hola y yo te observaba. Entendía cómo estabas, pues era una situación incómoda, pero me hubiera gustado que me hubieras lanzado miradas. Pero claro, supongo que esto es normal y también por mi parte deseaba preguntarte que cómo te lo habías pasado ayer y tampoco pude reaccionar. ¿Sabes?, después me entró rabia y mucha tristeza, se me saltaron las lágrimas y no quería llorar. Pero fue inevitable. Sigo sin creer en esto. Es muy duro solo decirnos "hola" cuando lo fuimos todo.

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