domingo, 17 de noviembre de 2013

La isla de las emociones y de los sentimientos - Jorge Bucay (mi reflexión al final)

"Hubo una vez una isla donde habitaban todas las emociones y todos los sentimientos humanos que existen. Convivían, por supuesto, el Temor, la Sabiduría, el Amor, la Angustia, la Envidia, el Odio... Todos estaban allí.

A pesar de los roces naturales de la convivencia, la vida era sumamente tranquila y hasta previsible. A veces la Rutina hacia que el Aburrimiento se quedara dormido, o el Impulso armaba algún escándalo, pero muchas veces la Constancia y la Conveniencia lograban aquietar el Descontento.

Un día, inesperadamente para todos los habitantes de la isla, el Conocimiento llamó a reunión. Cuando la Distracción se dio por enterada y la Pereza llegó al lugar del encuentro, todos estuvieron presentes.

Entonces, el Conocimiento dijo:

–Tengo una mala noticia para darles: La isla se hunde.

Todas las emociones que vivían en la isla dijeron:

–¡No, cómo puede ser! ¡Si nosotros vivimos aquí desde siempre!

El Conocimiento repitió:

–La isla se hunde.

–¡Pero no puede ser! ¡Quizá estás equivocado!

–El Conocimiento casi nunca se equivoca –dijo la Conciencia dándose cuenta de la verdad–. Si él dice que se hunde, debe ser porque se hunde.

–¿Pero qué vamos a hacer ahora? –se preguntaron los demás.

Entonces, el Conocimiento contestó:

–Por supuesto, cada uno puede hacer lo que quiera, pero yo les sugiero que busquen la manera de dejar la isla... Construyan un barco, un bote, una balsa o algo que les permita irse, porque el que permanezca en la isla desaparecerá con ella.

–¿No podrías ayudarnos? –preguntaron todos, porque confiaban en su capacidad.

–No –dijo el Conocimiento–, la Previsión y yo hemos construido un avión y en cuanto termine de decirles esto volaremos hasta la isla más cercana.

Las emociones dijeron:

–¡No! ¡Pero no! ¿Qué será de nosotros?

Dicho esto, el Conocimiento se subió al avión con su socia y, llevando de polizón al Miedo, que como no es zonzo ya se había escondido en el motor, dejaron la isla.

Todas las emociones, en efecto, se dedicaron a construir un bote, un barco, un velero... Todas... salvo el Amor.

Porque el Amor estaba tan relacionado con cada cosa de la isla que dijo:

–Dejar esta isla... después de todo lo que viví aquí... ¿Cómo podría yo dejar este arbolito, por ejemplo? Ahh... compartimos tantas cosas...

Y mientras las emociones se dedicaban a fabricar el medio para irse, el Amor se subió a cada árbol, olió cada rosa, se fue hasta la playa y se revolcó en la arena como solía hacerlo en otros tiempos. Tocó cada piedra... y acarició cada rama...

Al llegar a la playa, exactamente desde donde el sol salía, su lugar favorito, quiso pensar con esa ingenuidad que tiene el amor:

“Quizá la isla se hunda por un ratito... y después resurja... ¿por qué no?”

Y se quedó durante días y días midiendo la altura de la marea para revisar si el proceso de hundimiento era reversible...

La isla se hundía cada vez más...

Sin embargo, el Amor no podía pensar en construir, porque estaba tan dolorido que sólo era capaz de llorar y gemir por lo que perdería.

Se le ocurrió entonces que la isla era muy grande, y que aun cuando se hundiera un poco, siempre él podría refugiarse en la zona más alta...

Cualquier cosa era mejor que tener que irse. Una pequeña renuncia nunca había sido un problema para él.

Así que, una vez más, tocó las piedritas de la orilla... y se arrastró por la arena... y otra vez se mojó los pies en la pequeña playa que otrora fue enorme...

Luego, sin darse cuenta demasiado de su renuncia, caminó hacia la parte norte de la isla, que si bien no era la que más le gustaba, era la más elevada...

Y la isla se hundía cada día un poco más...

Y el Amor se refugiaba cada día en un espacio más pequeño...

–Después de tantas cosas que pasamos juntos... –le reprochó a la isla.

Hasta que, finalmente, sólo quedó una minúscula porción de suelo firme; el resto había sido tapado completamente por el agua.

Recién en ese momento el Amor se dio cuenta de que la isla se estaba hundiendo de verdad. Comprendió que, si no dejaba la isla, el amor desaparecería para siempre de la faz de la Tierra...

Caminando entre senderos anegados y saltando enormes charcos de agua, el Amor se dirigió a la bahía.

Ya no había posibilidades de construirse una salida como la de todos; había perdido demasiado tiempo en negar lo que perdía y en llorar lo que desaparecía poco a poco ante sus ojos.

Desde allí podría ver pasar a sus compañeros en las embarcaciones. Tenía la esperanza de explicar su situación y de que alguno de sus compañeros lo comprendiera y lo llevara.

Buscando con los ojos en el mar, vio venir el barco de la Riqueza y le hizo señas. La Riqueza se acercó un poquito a la bahía.

–Riqueza, tú que tienes un barco tan grande, ¿no me llevarías hasta la isla vecina? Yo sufrí tanto la desaparición de esta isla que no pude fabricarme un bote...

Y la Riqueza le contestó:

–Estoy tan cargada de dinero, de joyas y de piedras preciosas, que no tengo lugar para ti, lo siento... –y siguió su camino sin mirar atrás.

El Amor se quedó mirando, y vio venir a la Vanidad en un barco hermoso, lleno de adornos, caireles, mármoles y florcitas de todos los colores. Llamaba muchísimo la atención.

El Amor se estiró un poco y gritó:

–¡Vanidad... Vanidad... llévame contigo!

La Vanidad miró al Amor y le dijo:

–Me encantaría llevarte, pero... ¡tienes un aspecto!... ¡estás tan desagradable... tan sucio y tan desaliñado!... Perdón, pero creo que afearías mi barco––y se fue.

Y así, el Amor pidió ayuda a cada una de las emociones. A la Constancia, a la Sensualidad, a los Celos, a la Indignación y hasta al Odio. Y cuando pensó que ya nadie más pasaría, vio acercarse un barco muy pequeño, el último, el de la Tristeza.

–Tristeza, hermana –le dijo–, tú que me conoces tanto, tú no me abandonarás aquí, eres tan sensible como yo... ¿Me llevarás contigo?

Y la Tristeza le contestó:

–Yo te llevaría, te lo aseguro, pero estoy taaaaan triste... que prefiero estar sola –y sin decir más, se alejó.

Y el Amor, pobrecito, se dio cuenta de que por haberse quedado ligado a esas cosas que tanto amaba, la isla iba a hundirse en el mar hasta desaparecer.

Entonces se sentó en el último pedacito que quedaba de su isla a esperar el final...

De pronto, el Amor escuchó que alguien chistaba:

–Chst-chst-chst...

Era un desconocido viejito que le hacía señas desde un bote de remos.

El Amor se sorprendió:

–¿A mí? –preguntó, llevándose una mano al pecho.

–Sí, sí –dijo el viejito–, a ti. Ven conmigo, súbete a mi bote y rema conmigo, yo te salvo.

El Amor lo miró y quiso explicar:

–Lo que pasó fue que yo me quedé...

–Yo entiendo –dijo el viejito sin dejarlo terminar la frase–, sube.

El Amor subió al bote y juntos empezaron a remar para alejarse de la isla.

No pasó mucho tiempo antes de ver cómo el último centímetro que quedaba a flote terminó de hundirse y la isla desaparecía para siempre.

–Nunca volverá a existir una isla como ésta –murmuró el Amor, quizá esperando que el viejito lo contradijera y le diera alguna esperanza.

–No –dijo el viejo– como ésta, nunca.

Cuando llegaron a la isla vecina, el Amor comprendió que seguía vivo. Se dio cuenta de que iba a seguir existiendo.

Giró sobre sus pies para agradecerle al viejito, pero éste, sin decir una palabra, se había marchado tan misteriosamente como había aparecido.

Entonces, el Amor, muy intrigado, fue en busca de la Sabiduría para preguntarle:

–¿Cómo puede ser? Yo no lo conozco y él me salvó... Todos los demás no comprendían que me hubiera quedado sin embarcación, pero él me ayudó, él me salvó y yo ni siquiera sé quién es...

La Sabiduría lo miró a los ojos largamente y dijo:

–Él es el único que siempre es capaz de conseguir que el amor sobreviva cuando el dolor de una pérdida le hace creer que es imposible seguir. El único capaz de darle una nueva oportunidad al amor cuando parece extinguirse. El que te salvó, Amor, es el Tiempo.


FIN. "

Este cuento lo he leído y me ha encantado, me ha hecho reflexionar... y en mi caso, lo relaciono con lo que me pasó hace casi tres meses. Es difícil cuando se deja ir a alguien a quien se ama muchísimo. Nos hundimos, nos cegamos por el dolor que sentimos y pensamos que no puede existir nadie más igual a él. Claramente, no. Cada uno y cada pareja es distinta y se aman a su manera.
Me da mucho coraje y tristeza todo lo que hemos vivido y entregado. Cada vez creo más que las cosas no volverán a ser como antes, ni los dos, tampoco quiero.., ni siquiera cada uno va a vivir lo que hemos vivido. Un amor increíblemente mágico, real, inolvidable para el resto de nuestras vidas (al menos para mí). Dejamos atrás una historia preciosa, y sigo creyendo hasta ahora que era la más bonita que he oído y vivido obviamente, pues él era el primero. Es cierto que el primer amor nunca se olvida, y es incierto que no podría seguir sin él. He descubierto que con el tiempo aprendemos a vivir sin esa persona que nos llenaba, pues ocurren numerosos cambios y se cierran heridas. Se abren otras puertas, descubrimos nuevas experiencias y también aprendemos que si se fue es porque no era el elegido, nuestro destino.
Ahora esa historia ha quedado en el pasado y podré recordarla siempre buscando en el cajón de los recuerdos.
Ahora estoy enamorada. Estoy pasando cosas muy bonitas. Cuando buscaba enamorarme de nuevo y no encontraba a alguien lo suficientemente especial para devolverme la ilusión, bastó con que dejara de buscar para encontrarla un día por casualidad.
Con todo esto digo que el tiempo nos cura las heridas, sabe qué hacer en cada momento, todo va a su manera. Y seguro que hace lo correcto. Todo llega cuando tiene que llegar, y llega por alguna razón.

Mi nueva etapa en los primeros casi dos meses (II)

Todo está pasando muy deprisa... y quiero aclarar algo, decir lo que siento... Y es que de repente me ha entrado un impulso, una necesidad de escribirle esto para que vea que le deseo lo mejor, que le tengo mucho cariño y para mandarle buenas vibraciones.

Me he vuelto a enamorar y es increíble esto porque pensaba que nada podría superar lo que tuve. No lo pretendo claro, pero yo no lo elijo. Pensé que sería el amor de mi vida, y no quiero pensar que me equivoqué... Las cosas pasan, y si pasó esa ruptura por lo que sea que fuera que tenía que pasar, significa que ese amor puede ser superable. Lo tenemos que aceptar. Él es el mejor, pero en su tiempo. Y su tiempo ya pasó. Si ya no estamos juntos es porque no es el mejor para mí ni yo soy la mejor para él (ya no puedo hablar de "ti, tú"). Se lo dije, merecía alguien mejor... Pero bueno, yo a lo que vengo es a hablar es de lo que siento, y que para cuando algún día lo lea sienta añoranza, satisfacción, orgullo, alegría, o simplemente cariño por lo que tuvimos. Fue verdadero y fantástico, tanto que superaba a los sueños.

Hoy quiero que sepa que me encantaría hablar con él como su amiga, llevarnos bien, contarnos cómo nos va, hablar de esa persona especial, etc., solo, aunque sea, para decirle que aunque no sienta lo que sentía (sinceramente, no siento amor, sino cariño), que nunca lo olvidaré, que siempre será el primero, y me alegro por ello; y que sus secretos están bien guardados en mi corazón, igual que nuestras promesas, nuestros sueños...en fin, todo lo que hemos vivido. Que para siempre será algo que solo entendíamos nosotros dos.

Hoy quiero darle gracias por pasarse por mi vida, por enseñarme tanto, por quererme como a nada... por todo, y por una cosa que nunca he agradecido: por lo que ahora estoy viviendo, es decir, por haberme dado libertad y una nueva oportunidad, porque puede que haya encontrado a un posible amor de mi vida.

Así que me despido diciendo que si alguna vez lee esto, que sepa que estoy dispuesta a ser su amiga.

No hay que olvidar que: Lo que marca deja huella, y lo que deja huella en el corazón, es para siempre. Inolvidable.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Mi nueva etapa en los primeros casi dos meses (I)

Estudio la carrera que me gusta para ser lo que busco y quiero ser; hay muchas cosas que eran mi rutina y hoy ya no están, y otras nuevas que se están convirtiendo en mi costumbre. Echo mucho de menos a mi familia y a mis amigos, también echo de menos saber de cierta persona... pero lo estoy superando. Estoy contenta. Me he ilusionado, me he arriesgado, me he alocado, me he divertido, he ganado, también he perdido; he reído y he llorado, he encontrado, he cumplido ilusiones que deseaba realizar, estoy viviendo en un sueño, me acompaña la suerte (en voz bajita para que no se me arruine), y... aunque no me lo crea, de nuevo me he enamorado. Así está siendo esta etapa universitaria hasta ahora.
Es cierto que haya cambiado en algunos aspectos, pues es lo que hay, lo que toca; está determinado. Pero sigo siendo YO pues sigo teniendo la esencia que me caracteriza, sigo teniendo mis principios y mis ideales. Y creo que no me desvío por el camino que voy, aunque a veces vaya en zig-zags y tropezándome, aunque a veces me entretenga por hacer algo que me apetece. Pero sigo adelante. Eso es lo más importante.

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