Si algo he aprendido es que todo cambia, hasta yo. Estoy cambiando constantemente, veo que no soy lo que, como, quien era... pero ¿acaso he perdido mi esencia? Si todos, en condiciones normales, cambiáramos completamente, hasta la forma en que miramos la vida, hasta nuestro temperamento, hasta nuestra actitud de siempre... no seríamos nosotros, sino otras personas. Sin embargo, no es así. A final, por mucho que cambiemos, nos siguen recordando por lo que siempre hemos sido.
Me puedo quedar tranquila, porque sigo siendo YO. Que cambie mi circunstancia, y que evolucione mi personalidad no significa que yo sea otra persona... simplemente, todo esto forma parte del crecer. Mi esencia, lo que me define, aún está aquí. Sigo teniendo esas características propias de mi persona.
Lo que ocurre es que siento que me pierdo muchas veces, me siento extraña, me siento incapaz, triste.. títere de todo lo que me rodea, y no consigo verme como soy realmente.
¿Qué pasa entonces? Pues que me enfado conmigo misma y con el mundo, hasta llegar al punto de no estar de acuerdo lo que pienso, lo que quiero y lo que hago. Hasta llegar a odiarme.
Lo que hay que hacer es aceptar esos pequeños cambios, de recibir lo que la vida nos depara, puede que con miedo pero con impulso para ser capaz de afrontarlo. Si te levantas cada mañana con optimismo, todo lo que te propongas lo podrás lograr. Solo hay que recordar quiénes somos, reflexionar cada día sobre qué queremos y así tener fuerzas y ganas para seguir :)
Pero esa es la clave... hay que ponerse a ello.